domingo, 25 de septiembre de 2011

El único limite

Dicen que para triunfar en esta vida se ha de tener "suerte". Dicen que sin eso, por mucho esfuerzo que le des, al final no lograras aquello que buscas. Opino que los que creen eso, no tienen coraje para avanzar y mantienen una leve esperanza de que, con el mínimo esfuerzo, consigan su objetivo.

Porque la "suerte" es eso, lograr algo que se deseaba sin haberse esforzado. Y como la "suerte" es tan ambigua podemos aplicarla a todos los temas de nuestra vida como el Amor o los Estudios. Pensando aun mas en lo que podría ser la "suerte", hay veces que tiene una causa para su creencia. Una de esas causas es el miedo. *La chica es muy guapa y la conozco, pero solo por Internet, ahora que la tengo delante no soy capaz de hablar con ella. Y me encantaría.* Como veis el miedo es la causa de que nos aferremos a la esperanza de la "suerte".

Pasando a otro aspecto de este tema. El pensamiento lógico obedece a leyes de "sacrificios", ejemplo: Sacrificas tiempo para aprobar un examen. Al obtener un premio sin merecerlo, hace que el individuo sienta placer por la ganga que se ha llevado de la vida. No ha sacrificado nada y se ha llevado todo. A eso lo llamamos Suerte.

Volviendo al tema principal de esta entrada tan confusa (3:48 AM no es salud para la mente). La suerte es un limite del humano. Si, exacto, nos limita como personas e individuos. Como dije antes la causa de la creencia en la Suerte es el Miedo. Y dicha sensación es el pensamiento mas limitante y paralizante de la mente humana. Pensar en el "No puedo, ojala pudiera, ojala pasara algo que pudiera facilitarme esto, ojala tuviera suerte" es limitarte.

En resumen, hay que echarle cojones a la vida. No hay que tener miedo. Hay que hablar con la chica.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Sobre cómo se acaban y empiezan las cosas



If I could start again 
A million miles away 
I would keep myself 
I would find a way...



 Y aquí es donde empieza todo una vez más.

El Viernes fue un día raro. Amanecí desayunando con un chupito, brindando con un buen amigo, que tuvo la idea, Ángel, con el cual he compartido prácticamente todas las mañanas durante los últimos casi 6 meses. Brindábamos por todas las mañanas anteriormente mencionadas: por los desayunos juntos, por las conversaciones desenfadadas, por aquellos días en los que nos encontrábamos agobiados, por esos Viernes que auguraban un buen fin de semana, penas, alegrías...

 Los últimos 6 meses han sido muy largos y muy interesantes, aunque viéndolo ahora desde aquí no parece tanto; en realidad se me antojan muy cortos. Comencé las prácticas de mi ciclo de Informática en una empresa proveedora de Internet, donde comencé a trabajar de encargado de tienda y técnico informático. Tras acabar el periodo en prácticas pasé a trabajar realmente en ella, en la misma posición y allí he estado hasta este Sábado, el cual puede considerarse mi último día trabajando. Me da pena, y no por el trabajo, no por el sueldo: me da pena porque voy a echar de menos a mis compañeros.

Soy una persona de ésas muy sentimentalistas, que le coge mucho cariño a las personas, las cosas, los sitios y aunque admito que llevaba un tiempo deseando poder relajarme y descansar tranquilamente no puedo evitar sentirme algo triste y pensar en lo mucho que voy a echar de menos el trabajo y todo lo que ello conllevaba. Lo que ha sido mi entorno durante tanto tiempo.

En todo este tiempo han pasado muchas cosas en mi vida, sobre todo en el ámbito personal y, aunque pensé que iba a pasar justamente lo contrario, fue el estar ocupado y pendiente del trabajo y sus temas lo que me ayudó a superarlo y, además, a levantarme con más fuerza que antes. Siento que esta experiencia me ha ayudado mucho a entender muchas cosas de mi vida, a aceptarlas y a seguir adelante. Siento que me ha hecho mejor por dentro y me ha servido para evolucionar.

Puede que algunos os preguntéis por qué en la primera entrada que escribo he empezado a hablar de este tema directamente, esta tristeza con la que cargo desde hace unos días y que me provoca mirar con algo de miedo al futuro. Si lo hago es porque ésta es la razón por la que llevo muchísimo tiempo queriendo escribir un blog y mantenerlo. Esto, este tipo de entradas en las que os hablo de cómo me siento, de qué pienso, de qué quiero, de qué tengo miedo... en las que os cuento quién soy y cómo soy ahora.

Algún día podré girar la mirada para atrás y verme a mí mismo. Ver cómo era, qué pensaba, que sentía en aquellos momentos... este blog es como un espejo en el que siempre voy a poder mirarme y ver cómo era, para nunca perderme a mí mismo, para siempre poder recordar y comparar qué cosas han cambiado en mi vida.

El nombre del blog, Ctrl+Z se me ocurrió tras darme cuenta de todas las veces que he intentado llevar a cabo esto de llevar un blog y dejar constancia de mí, aunque sea de manera tan pequeña en Internet, se han visto frustradas. Por eso, como cuando uno pulsa Ctrl+Z, deshago lo anterior y vuelvo a intentarlo.

martes, 13 de septiembre de 2011

El botón deshacer


… La memoria nos persigue, corriendo desesperado para volvernos locos. Una desesperación sin compasión. El último aliento de un caballero ya destrozado. La sin razón del libre impío demonio que azota el cuerpo mellado por los errores que cometemos. La cosa es así, la vida es así. El mundo funciona a modo de péndulo con errores y aprendizajes de por medio. Una serie de acontecimientos que marcan el camino de una persona, mi camino, tu camino. Lleno de obstáculos, lleno de felicidades, lleno de riesgos, pruebas y méritos. Todos no valen nada y lo valen todo. Todos merecen ser respetados pues ese camino es tuyo. Y tú eres la conformación de ese arduo sendero. Toda persona se define como la suma de todos sus errores y pensamientos. Es por eso que jamás hay que pensar en deshacer las cosas que habíamos hecho, cueste el dolor que nos cueste. Ni tampoco rehacer las situaciones dolorosas ni buenas. La vida sigue. La vida no para. La vida es así y nunca se agota.


Y aunque no dije eso que tenía que decir. Aunque no la haya abrazado en el momento que tenía que hacerlo. Aunque no le dije cuanto la echaba de menos. No me arrepiento de nada. Mi camino no era ese. Eso hay que aceptarlo. No importa lo que pudiera haber hecho, lo hecho, hecho esta. No era mi destino. Lo sé, no es bueno creer en el destino y en las limitadas opciones que ello implicaría. Pero aun así no puedo evitar pensar que el universo tiene un plan para cada uno de nosotros. Un plan del que debemos dejarnos llevar por él para encontrar la felicidad. Del mismo modo yo no encontré a mi salvadora la primera vez, ni la segunda, pero a lo mejor la tercera sí. No hay otra cosa que seguir viviendo e intentándolo. Hay que luchar por aquello en lo que crees y deseas. Ser firme y leal. No parar aun por los grandes obstáculos que te puedan anteponer por tu objetivo.

Pero antes de que todos me tachéis de cobarde, sin querer cambiar mi propio plan. Os diré lo siguiente: el destino es el camino que uno mismo va creando con sus actos. El del día a día. Exacto. Esos momentos, esas decisiones que TÚ tomas. Todo eso conforma tu camino y por ende, tu destino, tu plan, tu felicidad o tu tristeza. Tu eres quien decide en este juego llamado vida. Y estamos solos en este juego.

¿Debería tener la vida un “Deshacer”? No. Lo que se hizo, se hizo porque se tenía la firme decisión de que aquello era lo correcto. Puede haber sido un error o un acierto, da igual. Ahí es donde está la hermosura de este juego.